sábado, 21 de mayo de 2022

Película de terror

El jueves 12 de marzo me dan el alta, hablando mal, cagando leches. El viernes 13, día de mala suerte para la tradición anglosajona y francesa, ya que fue cuando Felipe IV de Francia ordenó la captura y quema de todos los caballeros de la Orden del Temple, decretan el confinamiento. Me fui con los puntos a casa durante casi un mes, hasta el 1 de abril, para ver cómo evolucionaba el panorama de la pandemia. No me querían ver por allí ni en pintura.

Mi hermana, farmacéutica, muy previsora ella, ya dijo que comprara todo el material para las curas en casa "por si acaso, viendo cómo se está poniendo esto" antes de que nos encerraran, cosa que al final pasó ante el estupor nacional.

Los primeros días eran de incredulidad, como vivir en una película de terror. ¿Cómo era posible que el mundo entero estuviera paralizado?

Por mi patología respiratoria, y recién operada además, todo era mucho más preocupante.

Una psicosis se apoderó de todos los primeros días. Haciendo compras como si no hubiera un mañana. Desinfectando todo de un modo casi enfermizo. Gel hidroalcohólico de un lado a otro dejando la piel llena de escamas como si fuese un pececillo.