viernes, 3 de junio de 2022

Tapones de moco

Creo que nunca hablé de los tapones de moco, y lo mucho que pueden agobiar. 

El primero que recuerdo fue tras la primera operación en abril de 2015. Unos 3 días después. Esa noche se quedó mi hermana conmigo en la habitación. Me desperté de repente hacia las 7 de la mañana con dificultad respiratoria y me empecé a agobiar mucho. Tocamos el timbre con insistencia y mi hermana fue a buscar una enfermera. Como apenas respiraba, me llevaron casi en brazos entre las dos al gabinete de consulta para retirar la cánula y ver qué pasaba. Tenía un enorme tapón de moco reseco que no dejaba pasar el aire. Me dijo que era tan grande que lo tuvo que quitar con pinzas. Menuda liberación.

A los pocos días, mientras me hacían la cura matinal, sentada en el sillón sin cánula ni nada, esperando, y de repente notó algo que sube por la tráquea, y pum!!!, un tapón enorme que sale disparado y cae al suelo. A una enfermera casi le saco un ojo, miña pobre.

Tras las operaciones es lo más normal tenerlos, con un aspecto más sanguinolento, que va desapareciendo con el tiempo.

De vez en cuando, a veces por el calor o el tiempo reseco, se suelen formar con más frecuencia. A ratos más densos y a ratos más líquidos. Con la experiencia ya sé identificar de qué forma van a salir. Tienen un ruido característico cada uno. La mayoría de las veces es cuando realizo la limpieza diaria y tengo la cánula quitada. Durante el día se forma alguno que otro que no impide la respiración como los postoperatorios, pero molesta igualmente, sobre todo si son más densos, ya que es más difícil moverlos con un golpe de aire traqueal.