Después de unos cuantos días ingresada, y duchándome con mucho cuidado sin tocar el cuello por miedo a que entrara agua por el estoma, pregunté cómo podía hacer para lavarme el pelo.
Entre dos auxiliares y mi madre, allá nos metimos todas en la ducha. Yo en chanclas y biquini que daba penita verme de lo escuchimizada que estaba. Mi madre poniendo toallas y el pijama sucio por el suelo para empapar el agua, una de las chicas agarrando la puerta de la ducha mientras la otra me lavaba el pelo con la alcachofa. Y yo toda tiesa con la mano en el cuello por si se escapaba alguna nota.
De vez en cuando me preguntaban si iba todo bien, y como no podía hablar levantaba el brazo.
Qué gustito, por dios. La melena libre al viento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario