domingo, 28 de mayo de 2017

Segunda operación

Segunda operación, primera en Móstoles. 3 de noviembre de 2015. Nuevo hospital, muchas caras nuevas, pero la misma amabilidad y el cariño de siempre.

Ingreso el domingo 2 de noviembre de 2015. Al ser la operación por la mañana a primera hora, a partir de las doce de la noche del día anterior no se puede comer ni beber nada. Lo de no beber me iba a costar porque tenía una tos incómoda a veces y teniendo en cuenta que al día siguiente tampoco podría beber, ya empezaba a sufrir.

No sé la razón, pero cogí la costumbre en todas las operaciones en Móstoles de escribir una nota al cirujano y al equipo, y la llevaba a quirófano doblada en mi puño y agarrada con fuerza.

La operación consistiría en quitar la traqueo actual con cánula de plata, cerrarla, y abrir una nueva traqueo para poner un tubo de Montgomery.

Al poco de estar en quirófano sale el cirujano para informar de que el tejido que taponaba mis vías respiratorias era tan extenso que los tubos no podían pasar para operar. Solicitaba el permiso de mi familia para hacer una incisión en la parte superior del cuello y poder operar más cómodamente. Los tres se miran y dicen: si no hay más remedio, adelante!!!

Recuerdo estar en reanimación y notar que mis padres me llamaban, abrir ligeramente los ojos, ver dos manchas verdes borrosas (iban de ese color, y no llevaba las gafas) y volver a cerrar los ojos. No recuerdo nada más hasta llegar a mi habitación a última hora del día. Como había sido una operación bastante importante a punto estuvieron de dejarme toda la noche en reanimación para ver como me adaptaba al tubo y respiraba, pero al final no hizo falta.

Y al parecer sólo vomité una vez tras el postoperatorio!!!

La antigua traqueo la cerraron con puntos y estaba cubierta con una gasa, que tenía que apretar cada vez que hablaba, y sobre todo, tosía o tenía que ir al baño. Imaginad el panorama. 

martes, 9 de mayo de 2017

Lengua de signos española

Como ya dije, después de la primera operación aguanté bien mes y medio, dos meses, y empecé a ir cuesta abajo. Al final estuve casi 4 meses sin poder hablar, y ante la desesperación y porque nunca es tarde para aprender, me apunté a clase de lengua de signos española (LSE), cosa que siempre me llamó la atención.

Yo ya me había creado mis propios signos, que todos en mayor o menor medida identificamos, pero que no se corresponden con la LSE. Al empezar en clase y usar los míos se creaba un poco de confusión. Y lo que son las cosas, ahora ya los tengo incorporados en mi vocabulario, y lo veo de lo más normal.

Y también me doy cuenta de lo difícil que son ciertos aspectos de la vida para las personas sordas. No pueden ir al cine porque las películas no tienen subtítulos; la falta de interprétes en los juzgados, oficinas bancarias, centros de salud; la ausencia de teléfonos de texto en los servicios de atención al cliente, y tantas cosas.