lunes, 18 de septiembre de 2017

¡Qué navidades!

A la semana de salir del hospital llega una Nochebuena con toda la familia, nunca fuera tan especial. El periquillo de mi ahijado mayor, de aquellas con 9 años, no quería darme un beso ni un abrazo. No paraba de mirarme al cuello y poner caras raras. Veía las cicatrices, la piel roja y aún inflamada, y decía: no, no, que me da asquito.

En estas navidades me puse como el Quico. Merendaba a veces por partida doble. Si tenía a mi ahijado y nos íbamos al cine o por ahí, nos tomábamos una mini pizza, o dos. Y cenaba igualmente después de las comilonas de Navidad o Año Nuevo.

Mi cirujano llamó para felicitarnos las fiestas, y las palabras que dijo hicieron que se me formara un nudo en la garganta de la emoción y no pudiera evitar las lágrimas: mi regalo para ti estas navidades es que puedes volver a hablar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario