Llegó el día del primer ingreso, 5 de abril 2015, y como los condenados a
muerte (yo y mi humor negro), en casa me dejaron elegir menú de la comida,
pizza casera. Fuimos a la residencia de OU hacia las 6 de la tarde, tras la
merienda; en Admisión cogimos mi carpeta con los papeles, y subimos a la planta
de otorrino.
Al abrir la puerta sentí como si entrara en otra dimensión, y las paredes
se fueran estrechando para atraparme. Y se me cayó el alma a los pies al ver
algunos pacientes con la traqueotomía, que a mí me iban a realizar al día
siguiente. En el control de enfermería me dieron algunos consejos, asignaron la
habitación, y me colocaron la pulsera, que viendo mi muñequita, hubo que cortar
y reajustar. Y no me paraba de temblar el brazo.
Para cambiarme escogí pijama, y nada más verme ya dijeron: talla pequeña,
no?, aún así la cinturilla ajustable me daba como 3 vueltas. Me explicaron que
al ser el primer quirófano de la mañana, a las 8, vendrían sobre las 6 a
despertarme. Con los nervios que tenía ya no iba a dormir mucho, pero tener que
madrugar tanto era ya para rematarme.
A las 8 de la tarde trajeron la cena, y la sorpresa que nos llevamos al
destapar la bandeja: grelos con chorizo!!! Esto é Galicia calidade. Con tal de no estar en la habitación me fui a la sala de estar que hay al final del pasillo, y con
la luz y el gran ventanal ya era otra cosa.
Ya en la cama, y con los nervios
martillándome, se me empezó a revolver el estómago y … alá foi a cena.
Para poder conciliar algo de sueño (qué utopía) me dieron una pastilla,
pero con los nervios, el traqueteo de los carritos y demás desperté alguna vez
que otra en medio de la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario