Día de la operación (la primera), 6 abril 2015
La bajada al pre-operatorio fue hacia las 8, ya que era la primera en
quirófano. Ya tenía la vía puesta de la noche anterior. Colocaron mi camilla en
la “antesala” con el resto de pacientes, me parecieron una barbaridad de ellos.
La casualidad hizo que coincidiera en la camilla de al lado de una conocida y
nos dimos un fuerte apretón de manos para desearnos suerte.
Me meten en quirófano y poco recuerdo de ello, ni como pasé a la mesa de
operaciones. Sí tengo bastante claro el ver a todos los cirujanos alrededor con
los gorros y las mascarillas y a una de las enfermeras decir “a esta chica la
conozco” cuando oyó mi nombre. Y a pesar de no llevar las gafas, adiviné el
perfil de su cara y la voz la reconocí al instante: la mejor amiga de mi tía. Casi
me pongo a llorar con los nervios y todo.
Al poco ya me debieron untar con Betadine
el cuello, aunque no lo recuerdo, y ponerme la anestesia local, con unos
pinchacitos, en dicho sitio para empezar a realizar la traqueotomía. De ese
instante me acuerdo de tener los ojos cerrados con todas mis fuerzas y estar
como soñando que saltaba por unos jardines y paisajes con muchos colorines. En segundos me pusieron la
anestesia general y procedieron a limpiar toda la zona estenosada bajo las
cuerdas vocales con mitomicina.
Lo siguiente que evoco es despertar en la REA hacia las 12 y pico, con las
auxiliares y enfermeras llamándome por mi nombre y dando toquecitos en mis
brazos y piernas para espabilarme. La hora la intuí porque justo delante tenía
un mega reloj que poniendo mirada de miope pude leer.
Calculo que debí estar unas dos o tres horas allí. Me despedí de todas
lanzando besos con la mano ya que al tener la traqueo abierta no podía hablar.
Ya en la habitación, con la euforia y el subidón hasta vi la tele y leí un
rato, pero craso error!!!!! Porque empecé a marearme, y a partir de las 5 y
pico de la tarde me puse a vomitar (efecto de la anestesia, supongo) cada hora
aproximadamente. Mis padres y hermana, con el susto decidieron llamar a la otorrina
de guardia y me puso el Primperan, y bien. Es que todo el día sin comer no
había nada que echar fuera.
Tampoco podía parar de eructar, y hacer pompitas con la boca como los bebés,
y se me caía la babilla por la comisura de los labios. No me entraba el aire
por la nariz sino por la traqueo, y tampoco controlaba la deglución.
Al día siguiente, me ponen de comida espaguetis con carne y de cena pescado,
y el pan, de molde, que se me hacía una bola imposible de digerir. No podía ni
tragar un yogur de lo que me dolía la garganta, y con todo el chute que me
estaban poniendo, se me hizo un día duro. Lo bueno es que tenía hambre a pesar
de no poder tragar. Al día siguiente ya me cambiaron la dieta a puré.
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