lunes, 27 de febrero de 2017

Lloreras y frustraciones

De vez en cuando no paro de pensar en las frustraciones que siento con toda esta situación, y en las veces que he llorado de rabia e impotencia.

Llorera, de las gordas, recuerdo una tras la primera operación. Estaba mensajeando con mi tía para preguntar por el amorcito de mi vida, y empecé a llorar como nunca antes, que hasta los hombros subían y bajaban de la emoción, y con ruido y todo. En el medio de la sala de pacientes además.

Otra cuando pronuncié mis primeras palabras, mi nombre, tras la primera operación, junto con la otorrino y la enfermera que tenían consulta de planta ese día. Las tres a moco tendido. Otra fue tras una de las operaciones en Móstoles, estando en el pasillo frente a la habitación y hablando con mi súper médico. Se me cayeron unas lagrimillas que no pude evitar.

Frustraciones cuando en alguna sesión de logopedia me hacían sacar fuerza y hablar y ya no podía porque estaba empezando a cerrar el paso de aire. Y luego me enteré de que comentaban "esta chica no tiene nada", y una mi*. O de cuando me llamó exagerada al contarle que tras caerse lo quemado del granuloma que tenía en el estoma, empezó a sangrar.

Cuando la gente te oye hablar y dice "uy, qué afónica". A veces digo "no, multioperada" por no ponerme a explicar la diferencia afonía vs disfonía. Otras suelto el rollo, sobre todo si tengo confianza, estoy muy harta de la confusión de términos o la gente está relacionada con el ámbito sanitario (parece mentira). 

O te dicen "no hables, que yo conozco a alguien que operaron de esto o de lo otro y le dijeron que no hablara"; "¿a ti no te dijeron que no hablaras? yo no soy médico, claro, pero creo que no deberías hablar (pues entonces cállate co*)". Aquí todo dios sabe de todo y no sabe de nada. O te aconsejan con "toma esto o lo otro". Eso ya me cabrea sobremanera, estando rodeada de farmacéuticos como estoy.

O en mi propia casa, cuando no podía hablar y me comunicaba con la libreta. No era tan rápida para rebatir los argumentos, obviamente, y al hacer el ademán de ponerme a escribir ya decían "no, que ya sé lo qué vas a decir". Y yo pensando "si no me dejas expresarme cómo ** lo sabes". Citando aparte la expresión de mi cara, que hablaba mucho.

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