jueves, 15 de diciembre de 2016

Nos vamos a casa

Más o menos algo me habían dicho de que me iría a casa. Ya pasara el susto por el desprendimiento de la tráquea y avanzaba bien, me hacía los cambios de cánula yo sola, y aguantaba más o menos cuando llevaba la traqueo tapada.

Era 23 de abril 2015, día del Libro. No me olvidaré porque pensaba para mí que si salía me iba a dar una vuelta por los puestos y comprarme uno, o dos, o tres, libros. Recién levantada, casi, y esperando por el desayuno, salí al pasillo y me paré en el control de enfermería a leer el periódico del día. Se me acercó una celadora y me preguntó el nombre. Venía con una silla de ruedas para llevarme a la consulta, no a la que se hacía diariamente en la planta de otorrino, si no a la de consultas externas, donde supuse que me verían todos y me harían una laringoscopia.

Paso al gabinete y allí me esperaba el jefe y prácticamente todos los otorrinos que estaban trabajando ese día. Tropecientos mil, todos arremolinados frente a mí. Me quitan la cánula, y meten el fibro por la nariz, y luego por el estoma hacia arriba. Todos se pusieron a decir que muy bien, que había buen paso de aire, muy contentos., y que si me quería ir a casa. Por supuesto!!!

Escuché un comentario que me dejó un poco perpleja, al parecer lo habían dicho desde gerencia: a ver, esta chica, no será hora de echarla y que se vaya a su casa? Sin comentarios.

A pesar de que durante la hospitalización paseaba mucho de un lado al otro del pasillo, se notaron los días, ya que me temblaban las piernas, se me doblaban las rodillas y no tenía fuerza para sostenerme. En los días posteriores andaba siempre de tenis y agarrada de alguien para salir de casa. Y por fin sentir el aire, y la luz natural, que de tanta lámpara picaban los ojos.  

jueves, 1 de diciembre de 2016

Artículo "La Razón": Los caramelos de menta resecan la mucosa orofaríngea

http://www.larazon.es/atusalud/salud/los-caramelos-de-menta-resecan-la-mucosa-orofaringea-JP13940786#.Ttt1ZFlmKOwtMSf

A pesar de que me parece una entrevista interesante, me aventuro a corregir las dos últimas preguntas, donde habla de afonía (pérdida total de la voz), y debería decir disfonía (pérdida del timbre normal de la voz).

domingo, 13 de noviembre de 2016

El pelito limpito, qué gustito

Después de unos cuantos días ingresada, y duchándome con mucho cuidado sin tocar el cuello por miedo a que entrara agua por el estoma, pregunté cómo podía hacer para lavarme el pelo.

Entre dos auxiliares y mi madre, allá nos metimos todas en la ducha. Yo en chanclas y biquini que daba penita verme de lo escuchimizada que estaba. Mi madre poniendo toallas y el pijama sucio por el suelo para empapar el agua, una de las chicas agarrando la puerta de la ducha mientras la otra me lavaba el pelo con la alcachofa. Y yo toda tiesa con la mano en el cuello por si se escapaba alguna nota. 

De vez en cuando me preguntaban si iba todo bien, y como no podía hablar levantaba el brazo.

Qué gustito, por dios. La melena libre al viento. 

lunes, 31 de octubre de 2016

Respirar y hablar

Al tener la traqueotomía abierta, no se respira por la nariz y no se puede hablar. En alguna consulta de planta probaron a ver si podía respirar tapando la traqueo, pero cuando era consciente de ello me debía poner nerviosa sin pensar y era incapaz. En cambio, unos segundos en los que me hacían la limpieza del estoma taparon sin darme cuenta y no me ahogué!!!

Otra cosa tremenda fue el poder oírme por primera vez tras la operación. Me costó un rato, primero por lo de respirar, y luego por reunir el suficiente aire y la suficiente fuerza como para ser capaz de pronunciar nada más que mi nombre. Estábamos en consulta la otorrina, la enfermera y yo. Tenía la cánula fuera para su limpieza y estaba todo abierto. La otorrina cogió una gasa para hacer el intento, y me impelaba a decir mi nombre: venga, vamos, cómo te llamas? Cuando lo dije, alto y claro, no me lo podía creer. Me eché las manos a la boca y empecé a llorar. Tanto, que se abrazó a mí emocionada, y la enfermera también, y allí las tres a moco tendido.

jueves, 13 de octubre de 2016

Mis problemas con las vías

Casi más que las operaciones, a las vías es a lo que le temo. No es como en los análisis, que con un simple pinchazo y unos segundos ya acaba. Aquí me hurgan, y digo bien, hasta encontrar el mejor sitio por donde pinchar. Y los catéteres son, en ocasiones, muy largos. La mayoría de las veces no dan a la primera, y es que, me enteré bastante tarde, tengo las venas finas, y además la piel gruesa (primero, que cuesta pincharme, y segundo, que una vez que pinchan, con esa finura, revienta todo, las venas y las agujas).

Mi primera desagradable experiencia ocurrió al poco de la primera operación. Ya llevaba rato notando un escozor cada vez que me ponían la cortisona y el antibiótico. Yo me quejaba, y para paliar un poco redujeron la velocidad a la que se suministraba.

A veces me dolía tanto, que era incapaz de comer con esa mano porque no se sostenían los cubiertos. Comía con la izquierda, o bien me daban de comer.

En uno de estos chutes empecé a notar cómo hinchaba, pero no le dí mayor importancia, hasta que cuando vuelvo a mirar tenía el antebrazo completamente deformado. Una flebitis de campeonato. Asustadísima, atrapada en mi sillón porque a la vecina no se le ocurre otra cosa que plantar el suyo al lado dejando el pitufo con el gotero en el medio sin posibilidad de escapar, sin poder hablar, y el timbre fuera de mi alcance. Me puse a gesticular e intentar escribir con la izquierda la palabra "enfermera" para que buscaran ayuda. Cuando llegó, y vio el panorama...Nueva vía, hasta lo que dure.

A los pocos días volvió a fallar, pero esta vez ya fui más rápida. En cuanto me pincharon y vi que empezaba a hinchar, avisé corriendo y la quitaron. Ya venía la enfermera a ponerme otra, cuando oigo a la compañera: no la pinches, porque si marcha de alta, que intente tomar por vía oral. De la alegría, me puse a dar saltos por el pasillo.

viernes, 30 de septiembre de 2016

El desprendimiento

Pues resulta que a los diez días aproximadamente de la operación me retiraron algunos puntos que tenía alrededor del estoma de la traqueo. Todo parecía ir bien, pero a la tarde empecé a notar una pesadez en la zona y pensaba que estaría otra vez con los malditos tapones de mocos. Se lo comenté a una enfermera y me hicieron una cura, pero estaba limpita. 

Me dio una impresión tremenda verme en el espejo, se veía todo muy amorfo y un agujero enorme. 

En la consulta de planta de la mañana siguiente ya se dieron cuenta de que algo no estaba bien. Tenía un desprendimiento de tráquea. Un pinchacito con la anestesia y a coser otra vez. Menos mal, porque estaba previsto que me dieran el alta ese día, y me quedé unos cuantos más.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Espejito, espejito

Por fin llegó el momento de que tuviera que hacerme yo los cambios y las curas. Me preguntaban casi a diario, después de un tiempo prudencial, si me atrevía, pero me daba tanto miedo de hacerme daño, por un lado, y tanto asquito de verme el estoma, por otro, que nunca me atrevía.

En una de las consultas diarias, una de las otorrinas me puso las pilas diciendo: tienes un problema, es tu problema, y tienes que enfrentarte a él. Al toro por los cuernos!!!

Verme al principio costaba un poco, y para colocar la cánula hacía numeritos para que no chocara con nada ni me rozara la piel. Gracias a todas, que me vigilaban, la técnica fue mejorando.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Ni se os ocurra volver a pintar

Este primer ingreso coincidió con parte de las obras de ampliación de la residencia. Era un pasatiempo asomarse a los ventanales y ver como avanzaba. En 20 días hicieron casi dos plantas.

Cuando taparon las vistas empezó a correr un rumor de que un gancho de la grúa se había esnafrado contra el ventanal de unas plantas más abajo, y por precaución nos dejaron casi a ciegas. La supervisora decía que se iba a traer un póster del Caribe para ponerlo en el hueco y alegrarnos la vista.

Empezaron por parte del ventanal de la sala de visitas, con tan mala suerte que le tocó a la única ventana que se podía abrir. Lo digo porque panelaron todo con una especie de gomaespuma y como quedaba muy feo el original lo pintaron (con un cheiro apestoso, en la planta donde la gran mayoría tiene problemas respiratorios, aunque aquí cerraron la puerta). Lo peor fue cuando le tocó al pasillo. Nos decían que nos metiéramos en la habitación y con la puerta cerrada, horror, si ya de por sí es deprimente estar ingresado, que aún encima no puedas salir de la habitación....

Ilusa de mí pensaba que con una manito de pintura sobraba, jaaaa. Cuando vi al pintor acercarse con el bote y la brocha a la ventana le dije (más bien le escribí, aún tenía la traqueo abierta): no se os ocurrirá pintar otra vez? Casi me pongo de rodillas suplicando. El pobre, más majo, dijo que nos entendía, él era sólo un mandado, incluso los mandaran a picar una pared a Neurocirugía, al lado de un pobre hombre recién operado del cerebro. Nos acercamos a control de enfermería y una de ellas llamó a no sé quien, y al final lo dejaron como estaba. Victoria conseguida!!!!!!!

viernes, 5 de agosto de 2016

Una semana con una moribunda

A mi compañera de habitación (casualidad que fue después de mí en el quirófano) le dieron el alta el sábado, y pensaba que me quedaría sola hasta el lunes. Tan tranquila estaba que cuando aparecieron para acondicionar la habitación nos advirtieron “las urgencias están a rebosar y no hay donde colocar a la gente”. Preguntamos si sabían quién sería la nueva vecina y dijeron que era alguien muy mayor. Normalmente hacen lo posible por poner a gente con no mucha diferencia de edad. Resultó ser una señoriña de 98 años con la cadera rota que no hacía más que decir “ay, ay, ay”. Y tenía con ella a la hija que no paraba de decirle “caladiña, que a rapaza quere durmir”.

La primera noche me pusieron en la habitación de al lado que quedó libre y aún así oía los lamentos. Luego ya la sedaron o le dieron calmantes y volví para mi sitio. Pero no fue una semana fácil. Apenas pegué ojo, no podía con mi alma.

El personal me acabó confesando que estaba moribunda, y le habían puesto mórfico. Podría pasar en cualquier momento, y que no me preocupara. Si sucedía de noche, que me diera la vuelta y procurara dormir. Una tarde, mientras merendaba, vino el cura a darle la extremaunción, y me quedé de piedra!!!!!

Cuando la habitación de al lado volvió a quedar libre, me trasladé con todos los petates. Justo acababa de llegar la cena y aparece la hija diciendo que se había muerto. Mi abuela, que unos minutos antes recogía sus cosas de mi cama, dijo que la viera con los ojos muy abiertos como en el momento de la despedida. Por poco no me pilla dentro. No fue nada agradable y esa noche no dormí nada.

domingo, 10 de julio de 2016

Primeras sensaciones

Tras la operación, y mientras me acostumbraba a ello, me dejaron la traqueo abierta. Quiero decir, llevaba una cánula pero sin tapar, con lo cual no podía hablar y no respiraba por la nariz. Ni apenas apreciaba los olores.

Las primeras sensaciones al respirar con la traqueo fueron de lo más natural. Pensaba que me iba a costar hacerlo, pero el cuerpo humano es muuuuy sabio. En esos días coincidió mucho calor primaveral (mes de abril), y no sé si fue por ello pero tenía la nariz como taponada, a pesar de estar inutilizada. No era taponamiento de moco, sino algo así como tener alergia, me parece.

Otra de las peores cosas que pueden pasar tras una traqueotomía son los tapones de moco. La primera vez fue a los 3 días de la operación. Fue de mañana muy pronto y no podía seguir durmiendo porque el tapón me obstruía la tráquea y me estaba dejando sin aire. Intentaba cogerlo por la boca, como si pudiera, pero era imposible. Entre mi hermana y una de las enfermeras del turno me tuvieron que llevar en brazos a la consulta para quitarlo. Me enteré tiempo después que usaron unas pinzas para poder sacarlo. Y la otra vez me estaban haciendo la cura mañanera (limpieza de estoma y cambio de cánula) cuando en una tos, y con el estoma libre, me salió disparado por ahí. Era un pedrolo del tamaño de una canica, reseco y sanguinolento por estar reciente la operación. Una de las enfermeras me dice: menos mal que no estaba delante, que sino casi me sacas un ojo.

También tenía bastante miedo a mover el cuello, y andaba rígida como un robot. La primera semana dormí prácticamente sentada con el respaldo de la cama levantado del todo. Y cuando me tenía que levantar o girar hacía fuerza con los brazos para no cargar el cuello.

jueves, 30 de junio de 2016

Explicación gráfica de la cánula de plata

En la operación me realizaron una traqueotomía, que no puede quedar abierta sin más, y me colocaron una cánula de plata del número 4, la más pequeña de todas, ya que tengo una tráquea muy estrecha.

A continuación muestro fotografías de las distintas partes y explicaré cómo hacía para montarla y limpiarla. 

La cánula externa, o hembra: es la parte que va en contacto con la tráquea. La pestaña que se ve encima del agujero es lo que engancha la cánula interna para que no se salga del sitio.

La cánula interna, o macho: parte que va dentro de la cánula externa, y se sujeta con la pestaña.

Fiador, o facilitador: si hay problemas para colocar la cánula, ya sea por no ver bien el estoma, o porque este es pequeño, se pone el fiador dentro de la cánula externa y se introduce todo en el estoma. Una vez dentro, se retira el fiador, se coloca la cánula interna, se asegura con la pestaña y listo.

Tapón de silicona: se coloca en el agujero de la cánula interna para impedir la salida de aire por la traqueo, y hacer respirar por la nariz, así como permitir el habla.

Para el montaje, es muy importante tener el repuesto preparado antes de quitar lo que ya tenemos puesto. Se coloca la cánula interna dentro de la externa, y se introducen por el agujero del babero, con la parte más resbaladiza hacia el exterior. Para sujetarla al cuello, una cinta de babilla que se puede encontrar en cualquier mercería. Se introduce cada extremo por las aberturas que tiene la cánula externa a cada lado y se ata al cuello.

Hay algunos baberos con la parte interna un poco más áspera, y yo le ponía una gasa suave para tener la piel más protegida. Como suelen ser largos, y en verano dan calor, los cortaba por la mitad, y así un babero te valía para dos repuestos.

La limpieza. En cuanto retiraba la cánula de la traqueo ya tenía preparada una gasa empapada en suero fisiológico para limpiar el estoma.

Se desmonta todo, y con el cepillo de limpieza (lo conseguí en una ortopedia) mojado y espolvoreado de bicarbonato o Vim, o Ajax (la plata queda impoluta), se limpian las cánulas por dentro (se acumula mucho moquillo) y por fuera. Aclarar bien con agua templada y dejar secar hasta el próximo cambio.

Cánula externa, o hembra

Cánula interna, o macho

Cepillo limpieza

Fiador, o facilitador

Cánula de plata colocada en traqueo

Tapones de silicona













domingo, 26 de junio de 2016

Primera operación

Día de la operación (la primera), 6 abril 2015

La bajada al pre-operatorio fue hacia las 8, ya que era la primera en quirófano. Ya tenía la vía puesta de la noche anterior. Colocaron mi camilla en la “antesala” con el resto de pacientes, me parecieron una barbaridad de ellos. La casualidad hizo que coincidiera en la camilla de al lado de una conocida y nos dimos un fuerte apretón de manos para desearnos suerte.

Me meten en quirófano y poco recuerdo de ello, ni como pasé a la mesa de operaciones. Sí tengo bastante claro el ver a todos los cirujanos alrededor con los gorros y las mascarillas y a una de las enfermeras decir “a esta chica la conozco” cuando oyó mi nombre. Y a pesar de no llevar las gafas, adiviné el perfil de su cara y la voz la reconocí al instante: la mejor amiga de mi tía. Casi me pongo a llorar con los nervios y todo.

Al poco ya me debieron untar con Betadine el cuello, aunque no lo recuerdo, y ponerme la anestesia local, con unos pinchacitos, en dicho sitio para empezar a realizar la traqueotomía. De ese instante me acuerdo de tener los ojos cerrados con todas mis fuerzas y estar como soñando que saltaba por unos jardines y paisajes con  muchos colorines. En segundos me pusieron la anestesia general y procedieron a limpiar toda la zona estenosada bajo las cuerdas vocales con mitomicina.

Lo siguiente que evoco es despertar en la REA hacia las 12 y pico, con las auxiliares y enfermeras llamándome por mi nombre y dando toquecitos en mis brazos y piernas para espabilarme. La hora la intuí porque justo delante tenía un mega reloj que poniendo mirada de miope pude leer.

Calculo que debí estar unas dos o tres horas allí. Me despedí de todas lanzando besos con la mano ya que al tener la traqueo abierta no podía hablar.

Ya en la habitación, con la euforia y el subidón hasta vi la tele y leí un rato, pero craso error!!!!! Porque empecé a marearme, y a partir de las 5 y pico de la tarde me puse a vomitar (efecto de la anestesia, supongo) cada hora aproximadamente. Mis padres y hermana, con el susto decidieron llamar a la otorrina de guardia y me puso el Primperan, y bien. Es que todo el día sin comer no había nada que echar fuera.

Tampoco podía parar de eructar, y hacer pompitas con la boca como los bebés, y se me caía la babilla por la comisura de los labios. No me entraba el aire por la nariz sino por la traqueo, y tampoco controlaba la deglución.

Al día siguiente, me ponen de comida espaguetis con carne y de cena pescado, y el pan, de molde, que se me hacía una bola imposible de digerir. No podía ni tragar un yogur de lo que me dolía la garganta, y con todo el chute que me estaban poniendo, se me hizo un día duro. Lo bueno es que tenía hambre a pesar de no poder tragar. Al día siguiente ya me cambiaron la dieta a puré.

domingo, 29 de mayo de 2016

Primer ingreso

Llegó el día del primer ingreso, 5 de abril 2015, y como los condenados a muerte (yo y mi humor negro), en casa me dejaron elegir menú de la comida, pizza casera. Fuimos a la residencia de OU hacia las 6 de la tarde, tras la merienda; en Admisión cogimos mi carpeta con los papeles, y subimos a la planta de otorrino.

Al abrir la puerta sentí como si entrara en otra dimensión, y las paredes se fueran estrechando para atraparme. Y se me cayó el alma a los pies al ver algunos pacientes con la traqueotomía, que a mí me iban a realizar al día siguiente. En el control de enfermería me dieron algunos consejos, asignaron la habitación, y me colocaron la pulsera, que viendo mi muñequita, hubo que cortar y reajustar. Y no me paraba de temblar el brazo.

Para cambiarme escogí pijama, y nada más verme ya dijeron: talla pequeña, no?, aún así la cinturilla ajustable me daba como 3 vueltas. Me explicaron que al ser el primer quirófano de la mañana, a las 8, vendrían sobre las 6 a despertarme. Con los nervios que tenía ya no iba a dormir mucho, pero tener que madrugar tanto era ya para rematarme.

A las 8 de la tarde trajeron la cena, y la sorpresa que nos llevamos al destapar la bandeja: grelos con chorizo!!! Esto é Galicia calidade. Con tal de no estar en la habitación me fui a la sala de estar que hay al final del pasillo, y con la luz y el gran ventanal ya era otra cosa.

Ya en la cama, y con los nervios martillándome, se me empezó a revolver el estómago y … alá foi a cena.

Para poder conciliar algo de sueño (qué utopía) me dieron una pastilla, pero con los nervios, el traqueteo de los carritos y demás desperté alguna vez que otra en medio de la noche.

domingo, 8 de mayo de 2016

El shock del diagnóstico

En enero 2015 por fin fui a la consulta de otorrino. En la laringoscopia se apreciaba un estrechamiento considerable de la tráquea.

El otorrino me dijo que seguramente habría que operar, y me quedé un poco daquela maneira. La auxiliar de la consulta me dio mucho ánimo, que no me preocupara, si esa era la solución, pues mejor que hubiera alguna.

Para asegurarse del diagnóstico me mandó hacer un TAC, que confirmó todo. En la siguiente consulta de otorrino (finales de febrero) me volvieron a repetir la laringoscopia, y madre mía la que monté. Me echaron anestesia en la garganta, cosa que no soporto la mayoría de las veces, y de los nervios o qué sé yo me puse a vomitar. La sensación que tengo con ella es que la lengua se hincha e hincha y no me deja respirar, como si tuviera un globo en la base de la lengua. Y teniendo en cuenta mi tremenda estenosis, blanco y en botella.

De esta consulta ya me mandaron para la primera sesión quirúrgica (lo que aseguraba la operación) donde estaba el jefe del servicio y gran parte del equipo. Era la atracción del lugar ;). Estudiaron mi TAC, volvieron a hacer la laringoscopia por si hubiera algún cambio, y me explicaron cómo sería la operación. En primer lugar realizarían una traqueotomía con anestesia local, un pequeño pinchazo en el cuello; después, con anestesia general, harían una resección con láser de la estenosis.

Fue escuchar lo de la traqueo, echarme las manos a la cara y soltar un j**. Me imaginaba un agujero en el cuello ya para siempre. Se me venían imágenes de pacientes laringectomizados en su mayoría, siempre con su pañuelito, y lo que les costaba pronunciar palabra alguna.

Debido a la gravedad de mi situación me recomendaron coger la baja médica, ya que en cualquier momento podría tener una insuficiencia respiratoria y quedarme en el sitio. Por ello dijeron que en el primer hueco libre me metían la primera para operar.

En la siguiente sesión quirúrgica ya me confirmaron la fecha de la operación (6 de abril) y me citaron para el anestesista y el electrocardiograma.

lunes, 25 de abril de 2016

Nota aclaratoria: afonía VS disfonía

Con esta caquita (sic) de voz que tengo todo el mundo me dice; uyyyy, qué afónica estás. Y yo respondo: no, estoy multioperada (tampoco me voy a poner a explicar la diferencia para no parecer una sabelotodo). Es por ello que aprovecho ahora para aclararlo.

Según la Real Academia Española, la afonía es la "falta de voz"; y la disfonía, es un "trastorno cualitativo o cuantitativo de la fonación por causas orgánicas o funcionales".

La Clínica Universidad de Navarra define afonía como una "alteración máxima de la disfonía, esto es, la pérdida total de la voz"; y disfonía como la "pérdida del timbre normal de la voz por trastorno funcional u orgánico de la laringe".

Lo que me pasa entonces, aparte de estar multioperada, es que estoy disfónica.

Hay que ver que hasta de la enfermedad se aprende algo.

miércoles, 6 de abril de 2016

Año I d.o.

6 abril 

Un año después de la primera operación.

La primera vez en la vida que pasaba por un quirófano, por una anestesia general, por una hospitalización, la primera vez que me tenían que coger una vía (dedicaré una entrada a mi historia de odio con ellas)….

Tal y como dije cuando me vio la médico rehabilitadora, el primer día del resto de mi vida. Ya nada volverá a ser igual. Las cicatrices que tengo en el cuello demuestran que soy una superviviente.

Ahora, 365 días después, me asombra pensar en todo lo pasado, y lo bien que creo que lo llevo, gracias a Dios. Por eso, esta entrada va dedicada a alguien muy especial sin la cual nada sería posible: YO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Porque yo lo valgo, y me lo merezco, qué leches.

lunes, 28 de marzo de 2016

Antecedentes recientes

El problema que tengo se llama estenosis, que la RAE define como “estrechez, estrechamiento de un orificio o conducto”. La mía aparece siempre en la glotis, por donde andan las cuerdas vocales, laringe y tráquea, ya sea subglótica o supraglótica.

Lo que notaba es que me quedaba sin aire al hablar,  y al terminar una frase tenía que parar, inspirar e ir con más calma. Recuerdo cuando falleció el gran periodista Jesús Hermida (de aquellas tuviera ya la primera operación y comenzaba con logopedia) y una de las cosas que dijeron de él y que se me quedó grabada fue la explicación sobre su peculiar forma de hablar, en frases cortas y pausadamente. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

También notaba a veces lo fuerte que respiraba cuando subía una mínima cuesta, un par de escalones, o caminaba más deprisa de lo normal. Ya de inflar globos ni hablamos. Podría ser porque soy una vaga redomada y de pensar en hacer ejercicio ya me canso.

Cuando realmente me asusté fue un par de inviernos atrás yendo al instituto. El trayecto era corto y prácticamente plano. Íbamos con el tiempo justo y, yo, al tener que ir algo más deprisa me cansaba enseguida. Tanto que empecé a respirar con bastante dificultad, a dolerme el pecho (como si sintiera presión con una piedra), a tener que parar por no poder seguir, a notar un estridor considerable. Mi compañera se asustó bastante, y eso que tiene asma y de respirar mal sabe un rato. Fue la vez más escandalosa.

Antes de esto ya solicitara vez con el especialista, concretamente con el neumólogo puesto que hace quince años padecí una TBC, correctamente tratada y curada, aunque siempre quedan cicatrices. Por ello, y viendo el problema de respiración que tenía, qué mejor médico que el de los pulmones. Pero no se veía nada fuera de lo normal, la auscultación estaba bien, incluso la espirometría (ni sé como pude hacerla) era normal, dentro de mis posibilidades y/o capacidades. A pesar de ello seguí quejándome y entonces decidió derivarme al otorrino. Como estaba fuera, hasta enero de 2015 no pude ir a consulta…

lunes, 21 de marzo de 2016

Antecedentes lejanos

Viendo todo por lo que llevo pasado, y lo que te rondaré morena, y echando la vista atrás, muy atrás, empiezo a pensar en muchas de las sensaciones que tenía y me hacen pensar que quizá este problema siempre estuvo ahí.

Me acuerdo muchas veces de estar callada para no hablar, y decía para mis adentros: no hablo porque me canso (ahora sé que es porque respiro mal, de hecho, la gran mayoría de la gente no sabe hacerlo; no sé coger aire, y no me llega la cantidad para no sofocarme). No lo podía decir en alto porque si no me pondrían de vuelta y media.

Como comento en otra entrada, siempre me cansaba mucho al inflar un globo, subir escaleras, echar una pequeña carrera para coger el bus…

Y qué decir del tabaco. Yo soy del partido de los No Fumadores. Nunca jamás en la vida fumé. Todos los otorrinos era lo primero que preguntaban. Y cada vez que olía a tabaco me ponía mala. Estar en sitios donde se podía fumar, antes de la bendita ley, era un suplicio la mayoría de las veces. Me costaba respirar, como si tuviera toneladas de piedra sobre el pecho. Sufría disfonía por el ambiente tan cargado. Notaba el olor a metros de distancia, y a veces me producía arcadas. Siendo bien niña rompía los cigarros en casa y los tiraba por el retrete.

jueves, 10 de marzo de 2016

Estoy salivando

Hace dos semanas de la última operación y todavía no recuperé el gusto por completo. Me pasó igual con la primera operación, que debí tardar unos 15 o 20 días.

La sensación es que tengo la mitad de la lengua como insensible (siempre la parte izquierda), y aunque coma, no degusto la comida al completo. La aprieto contra los dientes y la siento como dormida, y a veces para masticar tengo que cambiar de lado. Los médicos dicen que podría ser de la anestesia, o de los tubos que usan en la operación, que hacen mucha presión en la zona y pueden causar ese efecto.

Pan de Cea con Nocilla
Pero gracias a Dios empieza a despertar, y cuando me tomo algún capricho o algo que hacía tiempo que no podía, noto un cosquilleo y empiezo a salivar (como el pincho de pan de Cea - que dicho sea de paso, tiene Indicación Geográfica Protegida - con Nocilla que me acabo de tomar antes de comer). 

Se me viene a la mente la imagen de Homer Simpson babeando por sus donuts, lo mío no tan exagerado, pero el poder comer sólido después de tanto puré, uffffff.

martes, 1 de marzo de 2016

Un poco de humor hospitalario

Acabo de llegar de mi último ingreso hospitalario, esta vez en Móstoles, muy cansada pero animada, y como siempre me dicen, sin perder esa sonrisa con la que recibes a todo el mundo.

Pasar tiempo en el hospital siempre es aburrido y agotador, por eso se agradecen las notas de humor.

Cada vez que abren un producto le ponen la fecha, y esto lo encontré sobre uno de los carritos en uno de los paseos por el pasillo. Estaba en un bote de clorhexidina. No me pude resistir a sacarle una foto.

Humor hospitalario

viernes, 19 de febrero de 2016

Noticia interesante

En el telediario del mediodía de TVE de hoy, pusieron un reportaje sobre un taller para padres de niños con traqueostomía. Tiene lugar en el hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Me parece muy interesante y que debería ser más común, no sólo para peques, sino también para adultos, y sus familiares.

Enlace a la noticia en la página del hospital:

http://www.hsjdbcn.org/portal/es/web/2150188094?pAction=previewFromSearch&idPortlet=2149152871&_objid=2156850066#p2149152871

Enlace al reportaje en el Telediario 1 de TVE:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/telediario/hospital-san-joan-deu-pone-marcha-taller-ayuda-para-ninos-operados-traqueotomia/3493164/

domingo, 14 de febrero de 2016

Un San Valentín de hospital

Hoy fui a la residencia a hacer la cura (limpieza de estoma y cambio de cánula) tras la última operación. La piel aún está macerada y el aspecto que tiene me da grima como para atreverme a hacerlo sola y dos veces al día sin que me den arcadas. Y también porque la puedo colocar mal, hacer alguna lesión y que sangre.

Mientras esperaba, mi enfermero favorito me regaló este ramillete que arregló en un instante, una flor de una planta, algo de esparadrapo y un trozo de mantel. You made my day J

Cuando lo vio una de las enfermeras dice: ay, este home que nin lle quitou o polvo, dende logo.

También me alegré mucho al ver a Paco caminando con su prótesis. Sigue así!!!!!

sábado, 13 de febrero de 2016

Un pequeño desahogo

Llevo una racha flojilla y me sorprendo de no haber explotado aún. Hay mucho peso sobre mi espalda y es hora de ir soltando lastre.

Esto va por las decepciones que me he llevado con alguna gente. Te preguntan qué te pasa, lo cuentas, y la respuesta:

a) el más absoluto silencio. Nada, rien, nichts (aunque no sean cercanos, siempre se agradecen algunas palabras)

b) un mísero OK. No estamos hablando de un simple catarro. El no poder hablar –y yo soy profe- , tener bastante dificultad respiratoria, algún problema al tragar, simple y llanamente ¡¡tener un agujero en el cuello!! Y aún por encima enfadarse tiempo después por no decírselo, ¿perdona?, a lo mejor no fui muy específica, no apetece estar contando siempre la historia, y menos a gente que poco se preocupa, pero éche o mesmo.

c) lo siento, ya te iré preguntando. Y vuelta a la respuesta “a”.

Y el más doloroso para mí, a quien consideraba muy buena amiga, y a la cual habré visto unas dos veces en este último año. Aunque no vive aquí, me consta que sí viene por la ciudad. De hecho, las veces que la vi fue pura casualidad encontrarla (y recuerdo cuando decía “no sé cuándo iré, ya te digo”). Encuentros fríos, como quien ve a un conocido, enseguida diciendo “es que llevo mucha prisa, que tengo que hacer esto y lo otro, ya quedaremos en la próxima”. Sí que me mandaba algún whatsapp para preguntar qué tal y mandaba ánimos, pero si una buena amiga está en mis circunstancias, lleva aguantado varias operaciones, que ni siquiera avises cuando estás aquí y no saques ni cinco minutos de tu carísimo tiempo para verla, en fin…

También he de decir que hay gente que me ha sorprendido para bien, amigas a las que hacía tiempo que no veía, pero nunca perdimos el contacto; y gente que pese a no ser muy cercana me han demostrado un cariño enorme. Va por vosotros!!!!!

Gracias!!!!!

lunes, 11 de enero de 2016

Agradecimientos y dedicatorias

Primero de todo, un enorme agradecimiento a todo el equipo de ORL de la Residencia de Ourense, dirigido por el Dr Manuel Blanco Labrador, por su trato y su profesionalidad, y al del Hospital Universitario de Móstoles, encabezado por el Dr Primitivo Ortega del Álamo, uno de los mayores genios en su campo, y, sobre todo, una excelentísima persona.

Gracias al personal de la planta de ORL de ambos centros, enfermería, auxiliares, estudiantes en prácticas, celadores y limpieza. En esos malos momentos, el cariño con el que te tratan y su buen hacer logran que se te olvide el 99% de las veces. Y si te toca lejos de casa aún lo notas más. Por esos ratitos que me llenaban de vida y alegría.

Gracias a quienes me animaron a escribir esto, la otorrina más dicharachera de OU, y la auxiliar de enfermería en prácticas más riquiña de Móstoles.

Y sobre todo gracias a las personas más importantes de mi vida, mis padres y mi hermana, y a toda mi familia. A todos los que sacaron unos minutos de su tiempo para visitarme durante mis ingresos.

Dedicado a mis compañeros de fatigas en esos largos y aburridos paseos por los pasillos, Rafael el Andaluz, Paco, Pilar, Miguel el Malagueño, Julio, Paquita, Maite, esa pareja tan maja de Punta Umbría pero que vivía en Leganés.

Gracias!!!