sábado, 30 de diciembre de 2017

Revisión tras cierre de traqueotomía

Tocó la primera revisión, en Móstoles, tras el cierre de la traqueotomía. 21 de enero de 2016, un mes más o menos pasada el alta hospitalaria.

No me sentía nada bien, y mi otorrino ya estaba sobre aviso porque le mandara unos audios con mi estridor. Me hicieron una laringoscopia como siempre y se vio que tenía algo de tejido extra, otra vez!!!

Solución, volver a operar para limpiar, y abrir y cerrar la traqueo en la misma operación. No se consideró oportuno dejarla abierta porque la obstrucción era mínima. Regresé a casa e ingresé para operar a los 3 días. Otra vez!!!

sábado, 9 de diciembre de 2017

Cuesta abajo otra vez

Desde Reyes llevaba notando el dichoso estridor al respirar, pero no siempre. Cuando me oía, me agobiaba; pensaba que la gente me oía y aún me agobiaba más.

Cada vez que se acercaba la fecha de la revisión (para finales de enero) tras las operaciones de noviembre y diciembre, me ponía más nerviosa.

Me notaba cansada con mucha frecuencia, con demasiada frecuencia. Todo me recordaba la sensación previa a la primera operación. Cada vez iba a más.

Incluso me grabé y mandé los audios a mi otorrino de Móstoles. Dijo que no le gustaban nada. 


viernes, 24 de noviembre de 2017

Lavarme el pelo

El problema de tener una traqueotomía es que el aseo diario es un engorro de mucho cuidado. Aparte de lo que requiere tener la zona, y la cánula, en condiciones óptimas, hay que ser precavido con la ducha ya que no puede entrar nada de agua por el estoma.

Una ducha normal, sin incluir el pelo, era del torso hacia abajo, y para el cuello lo mejor es darle con la mano, evitando la alcachofa de la ducha, por la presión.

Y cuando tocaba lavar el pelo era casi una obra de ingeniería. Rodear el cuello y la traqueo con film transparente y luego con una toalla, para que si caía algo de agua, se absorbiera.

Por eso, tras la tercera operación, y con todo cerrado después de casi un año, supuso una enorme alegría poder lavarme el pelo y dejar que el agua cayera sin preocuparse de si entraba por el agujero.

sábado, 14 de octubre de 2017

Muero de amor

Es tan especial esta anécdota que se merece una entrada para ella sola. Bien es sabida la sinceridad sin cortapisas de los niños.

Estaba en el cine con mi ahijado y pusieron el anuncio de la lotería del Niño. Surgió esta espontánea conversación:

- Yo: Cuánto dinero, ¿qué haríamos?
- Ahijado: A mí con 5 millones me llega, una casa...
- Yo: Un coche...
- Ahijado: Un perrito..., y un buen médico que te cure!!!

MUERO DE AMOR POR ÉL😍😍😍

lunes, 18 de septiembre de 2017

¡Qué navidades!

A la semana de salir del hospital llega una Nochebuena con toda la familia, nunca fuera tan especial. El periquillo de mi ahijado mayor, de aquellas con 9 años, no quería darme un beso ni un abrazo. No paraba de mirarme al cuello y poner caras raras. Veía las cicatrices, la piel roja y aún inflamada, y decía: no, no, que me da asquito.

En estas navidades me puse como el Quico. Merendaba a veces por partida doble. Si tenía a mi ahijado y nos íbamos al cine o por ahí, nos tomábamos una mini pizza, o dos. Y cenaba igualmente después de las comilonas de Navidad o Año Nuevo.

Mi cirujano llamó para felicitarnos las fiestas, y las palabras que dijo hicieron que se me formara un nudo en la garganta de la emoción y no pudiera evitar las lágrimas: mi regalo para ti estas navidades es que puedes volver a hablar.

jueves, 7 de septiembre de 2017

Tercera operación

A consecuencia de la neumonía tuve que ingresar ya el 30 de noviembre de 2015 para atacar la infección antes de poder operar.

Como en otorrino no había camas, pasé un día en trauma, y coincidí en la habitación, casualidades, con una chica argentina cuyo padre era originario de Bentraces, un pueblo al lado de Ourense.

Cuando me tuvieron que pinchar la vía fue una odisea. A la cuarta fue. Las tres primeras intentaron en el brazo izquierdo superior y me dolieron un montón. No prosperaban y se rompían. Se me puso todo morado y amarillo y verde. La pobre enfermera avisó a otra compañera para que lo intentara ella, pero en el brazo derecho, que el otro, pobriño, estaba para el arrastre.

La tercera operación fue el 9 de diciembre de 2015. Me quitaron el tubo de Montgomery y me cerraron todo.

No tuve vómitos postoperatorios ya que en la consulta de anestesia comenté que me administraran Primperan cuanto antes para evitarlos.

Estuve bastante bien, sin problemas de medicación ni para alimentarme, aunque fuera a base de purés.

Estuve ingresada hasta el 16 de diciembre, y regresamos a casa el 17, el día de mi cumpleaños. Menudo día!!!!!!!

jueves, 17 de agosto de 2017

Decoración navideña

Me pasé todo el puente de Diciembre en el hospital, si ya de por sí es aburrido estar ingresada, ni os cuento durante un puente, aquello era desesperante. Y para entretenerme me dediqué a realizar decoración navideña con la que adornar el control de enfermería.

Papel seda, ceras de colores, rollos de papel higiénico, pegamento, tijeras, folios blancos, restos de cartón, conformaron una estampa de lo más bonita. 

Me faltan las figuras de los Reyes Magos, que las hice de forma parecida a los cantores de villancicos. Y las bolas navideñas, con cartón y pintadas con ceras, como las de la corona.

Cantores de villancicos

Corona navideña

lunes, 31 de julio de 2017

Y para acabar de rematarla, pillo neumonía

Me dieron el alta y llegamos un viernes de Móstoles. Al lunes siguiente fuimos a la residencia para que me viera el jefe de servicio de ORL de OU, ya que la cirugía que me hicieron no la realizaban aquí y a todos les interesaba verme.

Fui en bus y aunque no esperé mucho rato en la parada, me debió coger el frío porque a la tarde me encontraba fatal y me subió la fiebre. Empecé con paracetamol para aliviar síntomas.

Por la noche no paraba de toser, una tos seca e incómoda, y ya empezaba a recordar "mis mejores momentos".

Al día siguiente lo mismo, me subía la fiebre por la tarde, pero el resto del día, estupenda.

Y la tos seguía, y además me echaba la mano al costado, como los viejiños. Pensaba, pobre de mí, que era una mala postura, de tanto toser que me hubiera estirado un músculo o algo.

Como no mejoraba, y apenas me podía mover del cansancio, el dolor, el agotamiento, el viernes el neumólogo me hizo una placa y vio una pequeña infiltración que indicaba neumonía. Me dio antibiótico para evitar ir a mayores.

Llamamos al jefe Ortega a Móstoles para comentar los resultados, y el domingo estábamos volviendo a Móstoles, donde ingresé el lunes. Total, escasos ocho días en casa.

No se me ocurre otra cosa que ir a la peluquería a que me lavaran el pelo. Con el tubo aún me resultaba difícil y no tenía fuerzas para hacerlo yo. Casi no podía caminar, y el ruido que había en el centro comercial se me hizo infernal y me machacaba los oídos.

El viaje en tren fue un suplicio. Solicitamos asistencia en silla de ruedas para llegar al vagón porque no podía con el alma. Demasiados días sin dormir. Todavía comiendo papas, que costaba tragar por las molestias y la debilidad general.

A causa de la infección no se pudo operar ese miércoles ya que corríamos el riesgo de extenderla por todo el cuerpo, sino que hubo que esperar a la semana siguiente.

Me pusieron antibiótico por vía, distinto, más potente y más veces al día, "de estos que matan los bichos a cañonazos", según dijo el "Lolailo".

El plan era volver tras el puente de diciembre para operar de nuevo y cerrar todo, pero con esto se adelantó un poquito.

sábado, 8 de julio de 2017

Mi primera palabra

Cuando pasé por esta segunda operación llevaba prácticamente cuatro meses sin hablar. Que se dice pronto. Cuatro meses de rabia e impotencia en que la gente me trataba como un bicho raro muchas veces. Cuatro meses de tener que ir acompañada a cualquier sitio por si me pasaba algo y tener a alguien que hablara por mí. Cuatro meses expresándome a través de una libreta. Cuatro meses de frustración por no poder expresar lo que quería en ese momento a la orden de ya. Cuatro meses de que no me dejaran decir lo que quería porque cuando me disponía a coger la libreta ya soltaban "ya sé lo que vas a decir, no cojas la libreta". Cuatro meses en que aprendí a disfrutar del silencio, y a expresar cosas con la mirada.

Y por fin llegó el día. A las 24 horas de la operación, sentada en mi sillón, aparece mi súper Primi y una adjunta, de Viveiro además. Me dice "a ver, dime algo", y honrando a mi carácter gallego y queriendo resarcirme de todo, lo primero que suelto es un enorme CARALLO. Aunque con la vocecilla que queda tras toda la tralla que tenía encima.

miércoles, 21 de junio de 2017

Sonda nasogástrica

En esta segunda operación, como tuvieron que cerrar una traqueo y abrir otra nueva para colocar el Montgomery, y por precaución, me pusieron una sonda nasogástrica durante una semana. Quiere decir que en ese tiempo no pude ingerir ni alimento ni bebida por vía oral, para prevenir posibles fisuras entre tráquea y esófago.

La sonda es un dispositivo de nutrición enteral que consiste en un tubo de plástico flexible que se introduce a través de la nariz y permite llevar el alimento directamente al estómago. Estaba todo el día enchufada, y lo digo literalmente. Para permitir que el alimento fluyera por el tubo tenía que conectar el palo con todo a la corriente. Sólo cuando iba a pasear o al baño me desconectaba, por lo que esos días poco me movía.

Lo que más me desesperaba era el no poder beber. Cuando ya no aguantaba metían algo de agua con una jeringa por el tubo. Todo esto teniendo en cuenta lo que me picaba la garganta y las toses que me daban.

A la semana aproximadamente me quitan la sonda. Me despegan el esparadrapo que la sujetaba en la nariz, y empieza a salir tubo y tubo y tubo. Justo cuando el final tocó la nariz molestó un poquito.

Para comprobar que todo estaba en orden, me dan un yogur, de fresa (me dejaron elegir), y me observan comerlo. Si trago bien, si molesta, si se escapa algo por la traqueo. Todo perfecto. En la consulta estábamos tropecientos, mis padres, varias enfermeras y auxiliares, dos cirujanos y algún residente, y yo sentada en el medio mientras todos miraban.

Con la alegría del momento, de ver que ya podría comer alguna papilla y blandito, y beber, salí de la consulta casi saltando y agitando los brazos, y fui a ver a mis compañeros de batallas, que estaban en las habitaciones de al lado.

Luego me dio un bajón tremendo y estuve muy mareada todo el día, y me tuve que meter en cama. La comida bajó más o menos, pero la cena ya no la soporté, era tomar un bocado y vomitar. Sólo ver el plato y pensar que tenía que tragar ya se me removía todo y me daban arcadas. Solución, el horror. Me tuvieron que volver a poner la vía para meter Primperan. Como unas dos veces, que no prosperaba. Al final en la flexura del brazo, con lo que iba con él tieso y para comer era un coñazo, teniendo que usar el brazo contrario. Para dormir apoyada en el lado opuesto y sin mover un pelo por miedo a que se saliera.

Al día siguiente ya comí daquela maneira, pero me llevó una eternidad.

viernes, 9 de junio de 2017

Tubo de Montgomery

El tubo de Montgomery es un tubo en T de silicona diseñado por el Dr William Montgomery para utilizarlo como prótesis postoperatoria en la región subglótica. A diferencia de la cánula de plata, éste no se puede retirar para su limpieza, por lo que la expulsión de mucosidades resultaba un tanto difícil para mí.

La higiene que realizaba era pasar una gasa empapada en suero alrededor, entre el cuello y la parte sobresaliente del tubo, y a veces había restos de moquetes.

En las fotos que adjunto se aprecian las cicatrices, la de arriba, de lado a lado, la incisión que tuvieron que hacer porque no cabían los tubos en la segunda operación; y la de abajo, la de la anterior traqueo, ya que para poner el Montgomery era mejor un anillo traqueal más arriba. 

Vista frontal

Vista semilateral
Modelo de tubo Montgomery, abierto y cerrado

domingo, 28 de mayo de 2017

Segunda operación

Segunda operación, primera en Móstoles. 3 de noviembre de 2015. Nuevo hospital, muchas caras nuevas, pero la misma amabilidad y el cariño de siempre.

Ingreso el domingo 2 de noviembre de 2015. Al ser la operación por la mañana a primera hora, a partir de las doce de la noche del día anterior no se puede comer ni beber nada. Lo de no beber me iba a costar porque tenía una tos incómoda a veces y teniendo en cuenta que al día siguiente tampoco podría beber, ya empezaba a sufrir.

No sé la razón, pero cogí la costumbre en todas las operaciones en Móstoles de escribir una nota al cirujano y al equipo, y la llevaba a quirófano doblada en mi puño y agarrada con fuerza.

La operación consistiría en quitar la traqueo actual con cánula de plata, cerrarla, y abrir una nueva traqueo para poner un tubo de Montgomery.

Al poco de estar en quirófano sale el cirujano para informar de que el tejido que taponaba mis vías respiratorias era tan extenso que los tubos no podían pasar para operar. Solicitaba el permiso de mi familia para hacer una incisión en la parte superior del cuello y poder operar más cómodamente. Los tres se miran y dicen: si no hay más remedio, adelante!!!

Recuerdo estar en reanimación y notar que mis padres me llamaban, abrir ligeramente los ojos, ver dos manchas verdes borrosas (iban de ese color, y no llevaba las gafas) y volver a cerrar los ojos. No recuerdo nada más hasta llegar a mi habitación a última hora del día. Como había sido una operación bastante importante a punto estuvieron de dejarme toda la noche en reanimación para ver como me adaptaba al tubo y respiraba, pero al final no hizo falta.

Y al parecer sólo vomité una vez tras el postoperatorio!!!

La antigua traqueo la cerraron con puntos y estaba cubierta con una gasa, que tenía que apretar cada vez que hablaba, y sobre todo, tosía o tenía que ir al baño. Imaginad el panorama. 

martes, 9 de mayo de 2017

Lengua de signos española

Como ya dije, después de la primera operación aguanté bien mes y medio, dos meses, y empecé a ir cuesta abajo. Al final estuve casi 4 meses sin poder hablar, y ante la desesperación y porque nunca es tarde para aprender, me apunté a clase de lengua de signos española (LSE), cosa que siempre me llamó la atención.

Yo ya me había creado mis propios signos, que todos en mayor o menor medida identificamos, pero que no se corresponden con la LSE. Al empezar en clase y usar los míos se creaba un poco de confusión. Y lo que son las cosas, ahora ya los tengo incorporados en mi vocabulario, y lo veo de lo más normal.

Y también me doy cuenta de lo difícil que son ciertos aspectos de la vida para las personas sordas. No pueden ir al cine porque las películas no tienen subtítulos; la falta de interprétes en los juzgados, oficinas bancarias, centros de salud; la ausencia de teléfonos de texto en los servicios de atención al cliente, y tantas cosas.

viernes, 28 de abril de 2017

Mis métodos triunfan

Lo que son las casualidades de la vida que estos días está ingresada una amiga por un problema bastante parecido al mío. Le tuvieron que realizar una traqueo finalmente porque apenas podía respirar.

Las auxiliares, enfermeras y enfermeros le hablan de mí como un ejemplo de fortaleza y entereza. Siempre con una sonrisa en la boca.

El primer día que la fui a visitar le llevé un kit de supervivencia con una libreta de hojas blancas y un bolígrafo, entre otras cosas. Ella ya tenía una, pero era de cuadros. Le aconsejé que mejor la blanca porque los cuadros acaban mareando un poco, y con lo que yo escribía bien que lo experimenté.

Ayer me dijo que en la consulta diaria una otorrino le comentó que ya sabía que había hablado conmigo y que se conocía la libretilla 😆. Yo iba a todas partes con ella, y muchas veces en consulta llevaba una hoja escrita con las dudas del día.

miércoles, 12 de abril de 2017

A Móstoles

A la semana de visitar a súper Primi en la consulta, ya teníamos la primera cita en el hospital de Móstoles. Era 1 de octubre 2015. Y no, no hay empanadillas en ningún sitio. Siempre andamos con la misma broma, preguntamos a oriundos de la ciudad y nadie nos supo decir de bar o restaurante donde hubieran aprovechado el tirón.

Estaba acostumbrada a mi residencia de Ourense, mi gente de casa, y el verme en un sitio nuevo fue chocante. 

Me hicieron análisis de sangre, un TAC, laringoscopia, etc. Al no saber la causa de mi enfermedad, solicitaron consulta con el internista del hospital para que me realizara las pruebas pertinentes y ver si daban con algo. Salió todo negativo. Intuyen que es algo autoinmune o idiopático, y me tocó.

A finales del mismo octubre volvimos al hospital para ver resultados, hacer algunas pruebas de preoperatorio y ya nos confirmaron la fecha de la operación para la semana siguiente, principios de noviembre. Al ser desplazada, tuvimos que entregar documentación y solicitar traslado entre las administraciones, que por poco no llega. Tuvimos la gran suerte de que la chica de admisión fue un ángel, que además tenía vínculos familiares con la terriña, y lo solucionó todo.

jueves, 30 de marzo de 2017

Primer viaje a Madrid

Tras el shock de conocer que estaba derivada fuera de casa, y no saber cuando me llamarían del hospital, intentamos averiguar si el médico tenía consulta para acelerar un poco la cosa. Llevaba prácticamente cuatro meses sin poder hablar, con los consiguientes problemas respiratorios, y no era cuestión de esperar uno, dos o tres meses, o los que fuera, si el asunto se podía agilizar. 

Logramos cita bastante pronto. La fortuna quiso que cuando íbamos de camino en tren nos llamaran del hospital para citarnos para la semana siguiente. Entre entregar el papel con la derivación en Ourense y recibir la ansiada llamada, pasaron quince días escasos.

Le llevé las imágenes y vídeos de mis laringoscopias, los informes que pude recopilar, una carta personal donde le contaba mi desesperación. Me realizó una nueva laringoscopia, y examinó el estoma de la traqueotomía. 

Le comentamos que justo nos habían llamado del hospital para citarnos en una semana, y al despedirnos me dio un gran abrazo de ánimo y dice: nos vemos en el "más allá". Se me quedaron los ojos como platos. Y mis padres alucinando. Resulta que como Móstoles está tan al sur, se refieren al sitio de esa manera. Yo pensando que ya no tenía remedio.

martes, 14 de marzo de 2017

Revisiones agosto y septiembre 2015

En agosto ya estaba el jefe, y en vez de consulta normal, tuve sesión quirúrgica. Me miraron para ver la evolución y aquello estaba descontrolado. Les escribí, ya me era imposible hablar, que hacía unos días que llevaba la traqueo abierta porque no podía aguantar más, no respiraba y me cansaba de todo.

Para ver bien el alcance de la lesión me piden un TAC. Llega el día y no me lo pueden hacer. Al tener cánula de plata hay que cambiarla por una de silicona para que salga bien. Una vez intentaron ponerme una y me puse a toser porque no paraba de picar. Todo esto se lo comenté a la enfermera y a la radióloga, y me dijeron que a ver que se podía hacer. Lo que me extrañó es que en el volante no aparecía nada de la cánula. Me volvieron a citar.

Yo, en mi desesperación de no saber qué iban a hacer conmigo, dónde operarme, cómo, no poder hablar, respirar con bastante dificultad, volví a consulta y llevé una carta explicando todo. Los otorrinos dijeron que cuando me llamaran para el TAC de nuevo fuera por consulta que me ponían la cánula de silicona para el momento, y al terminar me ponían la mía otra vez. Gracias a Dios la soporté bastante bien. 

La idea era consultar con colegas de Vigo, Santiago o Coruña, a ver qué solución había para mí. La verdad que no lo tenía muy claro, estaba bastante desesperada ya. Me asustaba el tener que operarme fuera de casa. Y el shock fue aún mayor cuando solicitaron la derivación a Móstoles, al mejor especialista de España y uno de los mejores del mundo, para que me valoraran y si era posible, operarme allí. El momento en que lo vi en el papel, y me dijeron que a partir de ese momento todo sería en Madrid fue como si me dieran una torta. Me quedé parva, la cara desencajada, viendo todo como si no estuviera en mi propio cuerpo.

lunes, 27 de febrero de 2017

Lloreras y frustraciones

De vez en cuando no paro de pensar en las frustraciones que siento con toda esta situación, y en las veces que he llorado de rabia e impotencia.

Llorera, de las gordas, recuerdo una tras la primera operación. Estaba mensajeando con mi tía para preguntar por el amorcito de mi vida, y empecé a llorar como nunca antes, que hasta los hombros subían y bajaban de la emoción, y con ruido y todo. En el medio de la sala de pacientes además.

Otra cuando pronuncié mis primeras palabras, mi nombre, tras la primera operación, junto con la otorrino y la enfermera que tenían consulta de planta ese día. Las tres a moco tendido. Otra fue tras una de las operaciones en Móstoles, estando en el pasillo frente a la habitación y hablando con mi súper médico. Se me cayeron unas lagrimillas que no pude evitar.

Frustraciones cuando en alguna sesión de logopedia me hacían sacar fuerza y hablar y ya no podía porque estaba empezando a cerrar el paso de aire. Y luego me enteré de que comentaban "esta chica no tiene nada", y una mi*. O de cuando me llamó exagerada al contarle que tras caerse lo quemado del granuloma que tenía en el estoma, empezó a sangrar.

Cuando la gente te oye hablar y dice "uy, qué afónica". A veces digo "no, multioperada" por no ponerme a explicar la diferencia afonía vs disfonía. Otras suelto el rollo, sobre todo si tengo confianza, estoy muy harta de la confusión de términos o la gente está relacionada con el ámbito sanitario (parece mentira). 

O te dicen "no hables, que yo conozco a alguien que operaron de esto o de lo otro y le dijeron que no hablara"; "¿a ti no te dijeron que no hablaras? yo no soy médico, claro, pero creo que no deberías hablar (pues entonces cállate co*)". Aquí todo dios sabe de todo y no sabe de nada. O te aconsejan con "toma esto o lo otro". Eso ya me cabrea sobremanera, estando rodeada de farmacéuticos como estoy.

O en mi propia casa, cuando no podía hablar y me comunicaba con la libreta. No era tan rápida para rebatir los argumentos, obviamente, y al hacer el ademán de ponerme a escribir ya decían "no, que ya sé lo qué vas a decir". Y yo pensando "si no me dejas expresarme cómo ** lo sabes". Citando aparte la expresión de mi cara, que hablaba mucho.

martes, 7 de febrero de 2017

Más revisiones

Ya que en la anterior revisión no me pudo ver el jefe, y habiendo sido el que me operó, y se preocupó tanto por mí, pues quería que me viera, y por eso decidimos ir a su consulta. Notaba que cada vez la voz iba a peor, perdiendo fuerza.

Sólo pasaron 11 días, dios mío, 11 días. Lo que cambiaron las cosas en ese tiempo. 16 de junio 2015, no se me olvidarán las fechas jamás. Me hizo una laringoscopia y ya se descubrió el pastel. Tenía una lesión de nuevo, pero en vez de estar por debajo de las cuerdas, estaba en ellas. Una palmípeda, que le llaman. Imaginad el pie de un pato, esa laminilla blanda que está entre las partes más duras. Pues eso me estaba empezando a crecer a mí.

Me dijo que habría que operar sí o sí, y me explicó más o menos lo que habría que hacer, el famoso tubo de Montgomery que al final acabé llevando. Antes de aventurarse a hacer nada, quería esperar a ver cómo evolucionaba. En la revisión del 8 julio la palmípeda estaba más grande y todo más cerrado. Estaba creciendo tejido por encima de las cuerdas además. Ya se solicitó preoperatorio y sesión quirúrgica para la primera cita de agosto.

A consecuencia de esto, la voz iba disminuyendo, un hilillo nada más. Y el cansancio aumentaba de manera brutal. Levantar el colchón para colocar las sábanas, caminar aunque fuera en llano, cualquier mínimo esfuerzo físico para mí era titánico. Alguna que otra vez tuve que destapar la traqueo porque me era imposible seguir, y cuando parecía que se pasaba volvía a poner el tapón. Hasta que llegó un momento en que ya no aguanté más y lo mandé a tomar viento. Finales de julio. Y la libreta, el boli y yo volvimos a ser los mejores amigos por unos cuantos meses.

viernes, 20 de enero de 2017

Revisiones postoperatorias

La primera revisión fue a la semana y estaba todo bien. Luego hubo otra unos días después, y debía estar bien porque no recuerdo nada memorable. La que no me olvidaré fue la del mes y poco, 5 de junio. Primero, porque unos días atrás al hacer la limpieza de cánula el moco saliera rojo y me asusté bastante. Se lo comenté a la otorrino y dijo que no pasaba nada. 

Segundo, cuando me quitaron el babero y la cánula vieron que tenía un pequeño granuloma en el estoma y allí mismo, me lo quemaron con nitrato de plata. ¡Qué olorcito, madre mía! La escena parecía de película, con gafas para protegerse y el soplete dirigido a mi cuello. Aquello quedó más negro que el carbón, tanto que tiñó un poco la cánula. Cuando me hice la cura al día siguiente, tenía que echarle una pomada para protegerlo, y resulta que lo quemado se desprendió y empezó a sangrar, cayendo un chorretillo del cuello abajo. Me acojoné tanto que no sabía que hacer. Intenté limpiar con gasas y suero y me fui al médico de guardia del centro de salud. Todo en orden, fiuuuuu.

Tercero, me hicieron una laringoscopia y observaron algo de edema en las cuerdas vocales. Podía ser por la ejercitación de la voz en las sesiones de logopedia, tras tiempo sin hablar. Además en mi casa empezaban a apreciar cambios en la voz, pero hacia peor.

En principio me iba a ver también el jefe de servicio, que fue el que me operó, pero aún estaba en quirófano.

lunes, 2 de enero de 2017

Empieza la rehabilitación

Tras salir, lo más preocupante para mí era si podría volver a hablar con normalidad y respirar sin agotarme al dar cada paso.

Me dieron un volante para la médico rehabilitadora y ella dispuso sesiones de fisioterapia respiratoria (para aprender a respirar con el diafragma) y muchas sesiones de logopedia (teniendo en cuenta que soy profesora y es esencial para mi trabajo).

Hasta que me llamaron de la Seguridad Social aún esperé un rato, y decidí coger algunas sesiones de logopedia por mi cuenta para poder recuperarme cuanto antes. Estaba sola y tenía toda la atención. 

Lo malo es cuando empecé las sesiones "públicas", que siempre me juntaban con alguien, y de la media hora se quedaba en nada, entre que los de antes salían tarde y luego llegaba la hora de los siguientes...Y ya sé que es lo normal en estos tiempos de recortes que intenten economizar y junten a varios, pero j****, yo era siempre la única operada del grupo, y no es que fuera una operación de quitar nódulos, tenía una traqueotomía, ¡¡¡un agujero en el cuello!!!, y las otras personas hablaban perfectamente. No se puede pretender que todas hagamos el mismo tipo de ejercicios.